Aquella madrugada te ayudé a meter en una caja todo lo que alguna vez te hizo daño y no querias cargar sobre tus hombros. Recuerdos dolorosos y personas que ya no tenian cabida en tus pensamientos. Lo amontonaste todo, le diste tres vueltas al candado y lo arrojaste al mar para ver como se hundía en el abismo de donde nunca saldría a flote. Los dos estabamos ahí, presenciando el nacimiento de un nuevo sol en el horizonte, anunciando tiempos mejores.
En ese momento, nunca imaginé que tú estarías en esta caja que ahora tengo en las manos, lista para hundirse en ese mismo abismo en donde no podré encontrarte nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario